“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación, que todas estas cosas no acontezcan” (Mt. 24:32-34).
EL RELOJ DE DIOS
¿A quién dijo estas Palabras el Señor Jesús? Ciertamente que no fue a los que estaban en pie hace ya más de 19 siglos y medio, puesto que “aquella” generación hace mucho que “duerme en el polvo de la tierra” (Dn. 12:2). El consenso entre la gran mayoría de los intérpretes proféticos cristianos, es que esas Palabras son dirigidas por el Señor a la generación que ha visto a la “higuera reverdecer”, o sea a la generación que le ha tocado el privilegio de ver que Israel ha vuelto a ser un Estado constituido, y “esta generación” somos nosotros.
En el año de 1988, Israel cumplió 40 años de haber sido reinstituido y contado “oficialmente”, como una de las naciones de la tierra. Este acontecimiento nos impulsa a los cristianos que estamos despiertos, para mirar el “Reloj de Dios” (Dn. 9:24), y a hacernos hoy una serie de preguntas, tales como: ¿Qué es lo que habrá de acontecer en el resto de los siguientes años? ¿Qué es lo que habrá de resultar de la presente situación por la que está pasando el Estado Israelí, la cual no tiene solución humana posible? ¿Qué irá a hacer Dios con los aproximadamente diez millones (10,000,000) de Judíos de la Diáspora (Esparcimiento)?
Para estas preguntas y todas las demás que pudiéremos añadir, no hay humano capacitado para poder contestarlas en forma definitiva y específica. Pero una cosa sí podemos hacer, y esto es el fijar nuestra atención en el “Reloj de Dios” (Dn. 9:24), como lo es Israel, y tratar de leer lo más exactamente que nos fuere posible, la hora profética en la que estamos hoy viviendo, porque “el tiempo es cumplido”.
Insisto que el hecho de estar despiertos hoy (los que lo estamos), a la realidad del cumplimiento de esta portentosa profecía, no es un privilegio común dado por el Señor a todos los cristianos. Pues son muchos a los que no les ha sido de Dios el entenderlo, y así “ignoran este misterio”, quedando por lo tanto, expuestos al consecuente peligro (Rom. 11:25).
Debemos, pues, apreciar este privilegio en todo lo que vale, y darle continuamente gracias al Eterno por ello. Mas cabe aquí citar un razonamiento que continuamente he señalado al pueblo de Dios, y este es: ¿cómo podremos apreciar algo si no lo conocemos, cuando menos al grado mínimo necesario para poderlo apreciar? Es, por lo tanto, imperativo, que mi compañero en el ministerio, mis hermanos y mis hermanas en el Señor, tengan en su conocimiento aunque fuere elementalmente, tanto las Escrituras básica sobre este tema vital, como los detalles principales, ahora tanto históricos como contemporáneos, en relación a Israel y al pueblo Judío.
Por mi parte, doy muchas gracias a mi Dios, quien ha querido en los últimos 22 años de mi ministerio, abrir mis ojos espirituales para entender cada día más la importantísima relación que existe, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, entre el pueblo Judío (ahora tanto en Israel como en la Diáspora) y la Iglesia entre los gentiles, que por años he considerado que me ha sido un privilegio el hablar y escribir sobre este tema para instrucción y beneficio de los hijos de Dios.
Pasemos pues, ahora, a considerar como ya lo he señalado antes, tanto las partes Escriturales relacionadas con el lugar del pueblo Judío en el plan de salvación de Dios, como también los datos históricos que durante los 20 últimos siglos, y mayormente durante el siglo XX, sobresalen como altos montes en el horizonte de Dios. Pues Israel vive por providencia Divina y, por lo tanto, hoy en la Tierra y Ciudad Santa: Jerusalem, también hay vidas que vibran por el inminente retorno del Mesías.
Pastor Efraim Valverde, Sr.
"Por Amor de Sión No Callaré" (Is. 62:1).